¿Dónde encontrar la felicidad?

Sonja  Lyubomirsky  desde hace más de 20 años ha estado estudiando científicamente en qué consiste la felicidad y cómo desarrollarla.

 

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Nuria Fernández López

La psicóloga e investigadora de la Universidad de Riverside en California Sonja  Lyubomirsky  propone una interesante reflexión sobre lo que determina nuestra felicidad y nuestra infelicidad, y es que no es la acumulación de factores positivos frente a los negativos lo que cambia nuestra vida, sino otros detalles que con gran frecuencia infravaloramos.

Según Lyubomirsky la Felicidad tiene dos componentes: la experiencia de emociones positivas frecuentes y la sensación general de una buena vida, y un elemento subjetivo (cada cual considera la felicidad a su manera).

La autora considera que nuestra visión de la realidad es, todavía, muy "reduccionista" en lo que concierne a la felicidad. Solemos condicionarla a la consecución de determinadas metas vitales y pensamos que eso garantizará automáticamente nuestra felicidad, pero en realidad no es así, por mucho que alcanzar nuestros objetivos sea lo más importante en nuestro desarrollo como personas. De ahí que surjan lo que la autora considera como "los mitos de la felicidad", es decir, considerar que "las metas adultas (matrimonio, hijos, trabajo, salud) nos harán felices para siempre, mientras que los problemas (de salud, financieros, sentimentales) nos harán irremediablemente infelices". Es lo que se ha dado en llamar la fórmula del "seré feliz cuando..." que se ha demostrado repetidamente que no conduce más que a la frustración.

La autora en su tesis señala dos aspectos que resultan  bastante importantes en la gestión y el balance de la propia felicidad:

Nos acostumbramos rápidamente a lo bueno

En realidad, nuestro bienestar no depende de conseguir los objetivos que nos hemos propuesto y mantenernos alejados de los problemas, ya que  podemos afrontar épocas complicadas de nuestra vida y ser felices,  o por el contrario tener todo lo que siempre habíamos deseado y sentirnos desgraciados. Según indica la autora del ensayo,  "no es que nuestros logros no nos hagan felices, que sí lo hacen, sólo que lo hacen durante un período de tiempo muy inferior al que pensamos".

Es lo que se conoce con el nombre de "adaptación hedonista", que viene a decir que nos acostumbramos muy rápido a la felicidad. Sin embargo este hecho también nos permite adaptarnos a las circunstancias negativas de la vida, lo que explica por qué tras algún problema grave o alguna desgracia acabamos adaptándonos de nuevo a las exigencias de la vida diaria.

Nos acostumbramos rápido a nuestras posesiones, pero no a las experiencias que vivimos. En muchos casos son pequeñas acciones  o  hechos que despreciamos por banales  las que  más contribuyen a nuestra felicidad. La autora  ejemplifica su teoría con su propia experiencia personal. Después de comprar una nueva casa, una de esas acciones que, en teoría, sólo garantizan la felicidad durante un tiempo limitado. Lubomirsky reconoce que, efectivamente, se acostumbró rápido a la casa que tanto había deseado, pero se acostumbró menos a la vista del océano desde ella. La razón,  nos explica  es que "nos acostumbramos rápidamente a nuestras posesiones, pero no a las experiencias que vivimos, algo que está científicamente demostrado". Quizá por eso, como aseguraba un reciente estudio publicado en la Universidad de San Francisco, las personas más felices son las que gastan su  dinero en experiencias vitales y no en bienes materiales.

Lo importante es relativizar

Lubomirsky  señala también como aspecto importante en la gestión de nuestra felicidad, el hecho de que  tenemos que tener siempre presente que lo que nos ocurre durante nuestra vida tiene menos importancia de lo que pensamos, por mucho que sea difícil de comprender en determinados momentos. "Nuestras reacciones suelen ser desmesuradas cuando ocurre algo malo, sentimos que nunca más volveremos a ser felices, que nuestra vida tal y como la conocíamos se ha acabado para siempre, pero no es así", indica la autora, esto es sólo fruto de nuestra manera de interpretar y vivenciar los acontecimientos.  "Lo que quiero que quede medianamente claro es que aunque parezca que algunos de los desafíos que afrontamos cambiarán de manera definitiva y para siempre nuestras vidas, ya sea para bien o para mal, es realmente nuestra respuesta a tales situaciones la que lo cambia todo", explica.

Para Lubomirsky, "son las reacciones iniciales las que convierten los meros ritos de paso que son habituales en todos los procesos de la vida en auténticas crisis". Lo importante, por lo tanto, no es evitar el dolor, sino saber afrontarlo. Uno de los comportamientos que  más facilidad nos conducen a la infelicidad es el llamado "pensamiento circular", que nos lleva a darle vueltas en la cabeza a todos los acontecimientos sin parar, de manera que a cada vuelta nos sentimos "más tristes, más pesimistas y más fuera de control".

"La felicidad es el sentido y la finalidad de la vida, el objetivo y fin de la existencia humana" (Aristóteles). No es una cuestión de fe, de opinión ni de debate, sino de método.

 

 

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