El fuerte impacto de la pandemia en la salud psicológica

Cada vez son más las noticias y los datos del fuerte impacto que la pandemia está teniendo en nuestra salud psicológica.

 

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Nuria Fernández López

Era previsible pensar que la situación de confinamiento con múltiples estímulos generadores de estrés tuviera un alto impacto no solo en el bienestar físico, sino también en el  psicológico. Lamentablemente los pronósticos se confirman.

Entre las principales manifestaciones de estrés relacionadas con la pandemia se señalan principalmente: miedo a la infección por el virus y otras enfermedades, sentimientos de frustración y desesperanza, pensamientos de no poder cubrir las necesidades básicas, angustia por problemas económicos, preocupación por problemas de salud previos, inseguridad por un futuro incierto.

En una encuesta con población china, a 1.210 personas, el 53% valoraba el impacto psicológico de la situación como moderado-grave, el 16% refería síntomas depresivos entre moderados o graves, el 28% síntomas de ansiedad moderados o graves y el 8% niveles de estrés moderados o graves, para la mayoría la principal preocupación (75%) fue que sus familiares se contagiaran de coronavirus.

Aunque no hay datos publicados, otras encuestas más reducidas señalan que: las mujeres se muestran como más vulnerables, el 15% de los trabajadores de pequeñas empresas señalan que están en bancarrota, más del 19% han perdido una parte significativa de sus ahorros, algunos hasta el punto de no poder pagar su hipoteca o comprar alimentos.

No obstante, dado que es la primera vez que nos enfrentamos a algo así, tan impredecible, se carece de datos de pronóstico de cómo puede afectar a la población. Es esperable que quienes tienen predisposición a manifestar determinados problemas, o que en el pasado los presentaron, tengan más riesgo de que dichos síntomas se repitan.

 

Es previsible también esperar alteraciones emocionales o conductuales en personas con un elevado estrés familiar. Es el caso de situaciones donde la familia ha sufrido de forma importante problemas económicos, sociales o de salud, incluyendo la existencia de casos cercanos de contagio, hospitalización y duelo por el fallecimiento de personas cercanas.

También es previsible encontrar otro tipo de situaciones en las que, sin haber un estímulo desencadenante específico, las personas presenten preocupación de intensidad moderada sobre la salud, con miedo al contagio propio o de familiares, miedo o pesimismo respecto al futuro, sensación de vulnerabilidad y malestar ante la incertidumbre.

En la actualidad, los profesionales de la salud mental ya están constando entre los principales efectos psicológicos y comportamentales de la pandemia, el confinamiento, el teletrabajo, el asilamiento: ansiedad, irritabilidad, estado del ánimo negativo, miedo a la pérdida del empleo, aumento de la percepción de vulnerabilidad, sensación de pérdida de control, incremento de rituales de protección, miedo ante el futuro, cambios en los hábitos alimentarios, problemas de sueño, aumento de conductas de abuso de sustancias, aumento del sedentarismo, problemas de convivencia, ideación suicida, entre otros.

Los profesionales señalan que las reacciones emocionales disfóricas (ansiedad, preocupación, desesperanza, incertidumbre, irritabilidad etc.) entran dentro de lo esperable en una situación como la que estamos viviendo, y que en general son transitorias. Solo si son demasiado intensas, perduran demasiados días, o interfieren con el funcionamiento diario a nivel laboral, familiar, en relaciones de amistad, etc., se vuelven desadaptativas y es en esos casos en los que quizá se requiera de la ayuda de un profesional, ya que los efectos psicológicos pueden aparecer demorados en el tiempo y presentar tendencia a cronificarse.

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