Lo que yo pienso de TI, influye en lo que TU haces

Nuestros comportamientos están influenciados por las creencias que tienen los demás sobre nosotros, y viceversa.

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Nuria Fernández López

El efecto Pigmalión, llamado así en honor a Pigmalión, es el proceso mediante el cual las creencias y expectativas de un grupo respecto a alguien, afectan a su conducta hasta tal punto que se provoca en el grupo la confirmación de dichas expectativas.

Según la mitología clásica, Pigmalión fue un rey de Chipre, apasionado por la escultura. Durante mucho tiempo, trabajó con tanta dedicación una figura de marfil con forma de mujer que -según él- no existía ninguna mujer viva tan bella y perfecta como la que él modelaba con sus manos. Todos los días trabajaba para darle toques de perfección a su escultura y todas las noches suspiraba para que fuese de carne y hueso. Tan enamorado estaba Pigmalión de su escultura, que hubiese dado todo lo que tenía para que cobrara vida. Un día, los dioses se compadecieron de Pigmalión y dieron vida a su creación, convirtiéndola en la hermosa mujer que el rey creía que era.

 

En el terreno de la psicología, la economía, la medicina o la sociología, diversos investigadores han llevado a cabo interesantísimos experimentos sobre el efecto Pigmalión. A fines de la década del sesenta, un profesor de psicología llamado Robert Rosenthal, realizó el siguiente experimento: tomó al azar una serie de alumnos de una escuela y dio sus nombres a los profesores, informándoles falsamente de que en los test habían salido superdotados, cuando la realidad era que habían salido simplemente más o menos normales.  Al cabo de ocho meses, esos alumnos efectivamente obtuvieron un rendimiento escolar realmente de superdotados.

La expectativa de los profesores y cómo se habían relacionado con dichos alumnos, había facilitado, o sea, "estimulado", el aumento de rendimiento en ellos. Como los maestros creían en los alumnos supuestamente "brillantes", les brindaron más atención, más apoyo, más tiempo y más retroalimentación. Esto se tradujo en un mejor aprendizaje y -luego- en mejores calificaciones. Aquellos ninos no se destacaron por ser inteligentes, sino porque sus maestros creyeron que lo eran.

 Este descubrimiento puso en evidencia un fenómeno que se conoce con el nombre de "Efecto Pigmalión"

Otro llamativo caso tuvo lugar en una conocida empresa multinacional fabricante de productos de alta tecnología. Los responsables del departamento de personal convocaron a una persona de su servicio de limpieza, en el último escalafón de la jerarquía de la organización y sin el bachillerato finalizado, a quien dijeron que era, entre todos los miles de miembros de la empresa, el mejor capacitado para ocupar un altísimo cargo de responsabilidad técnica en el plazo de dos anos. Esta persona no sólo llegó a desempenar las funciones del alto cargo prometido en menos tiempo del previsto, sino que anos después siguió prosperando en la organización.

El Efecto Pigmalión" requiere de tres aspectos: creer firmemente en un hecho, tener la expectativa de que se va a cumplir y acompanar con mensajes que animen su consecución.

Mientras más altas son las expectativas que tiene una persona respecto a otra, más probable será que ésta última logre resultados positivos.

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