¿Tenemos lo que nos merecemos?

 

Es increíble que a pesar de que la vida nos demuestra lo contrario una y otra vez, el ser humano sigue creyendo en su fuero interno que la vida es o debería ser justa.

 

 

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Patricia Lanza

En cualquier ámbito podemos escuchar expresiones que así lo demuestran. En el deporte o las competiciones decimos "que gane el mejor" pero, ¿cuántas veces es el mejor el que gana? ¿Es la persona más competente la que cubre un determinado puesto? ¿Son las personas que incumplen la ley las que son castigadas? ¿Quién más se esfuerza es quien más tiene?

Definitivamente, la vida no es justa. Y aunque nos lo repetimos a nosotros mismos muy a menudo (sobre todo cuando nos enfrentamos a una injusticia que nos remueve las entrañas) no por eso desaparece esa pequeña esperanza dentro de nosotros que nos anima a pensar que el malvado recibirá antes o después su castigo. No es posible que se vaya de rositas, después de lo que ha hecho. ¿O sí lo es? 

Cuando somos pequeños se nos insta a portarnos bien, a cumplir las normas y a "ser buenos" con la promesa de que este comportamiento deseable traerá consecuencias positivas. Por el contrario, si desobedecemos, si rompemos las normas que nos han impuesto, si nos saltamos a la torera los valores que nos están inculcando, las peores desgracias caerán sobre nosotros: desde un severo castigo hasta el hombre del saco que vendrá a por nosotros.

Y así comenzamos a pensar que el mundo funciona como un juez justo que distribuye bondades y desgracias en función de nuestro comportamiento.

Si a este aprendizaje le sumamos la necesidad inherente del ser humano de sentir y controlar lo que le ocurre, tenemos la explicación de lo que se denomina la "teoría del mundo justo": cada cual tiene lo que se merece. Así, perdemos de vista los hechos objetivos para achacar a rasgos de personalidad lo que nos sucede.

Ante un mundo muchas veces caótico y aleatorio, nos sentimos mejor pensando que lo que ha ocurrido ha sucedido así porque tenía que pasar. Y si te ha pasado algo malo sería por algo que has hecho para merecerlo.

Fue en 1965 cuando el psicólogo Melvin Lerner comenzó a estudiar cómo funciona el sentido de la justicia, creyendo que, por ejemplo, el motivo de que a un compañero le hubiera tocado la lotería era que su esfuerzo había sido mayor. Él fue quien formuló la denominada teoría del mundo justo (o falacia del mundo justo): un tipo de sesgo cognitivo que nos lleva a pensar que las acciones humanas conllevan consecuencias morales acordes, es decir, que las acciones nobles serán recompensadas mientras que las malvadas serán castigadas, creándose un balance moral que reside en algún tipo de poder desconocido.

Pero esto no era lo más peligroso que descubrió. También se dio cuenta de había una gran tendencia a culpar a la víctima del delito que había sufrido: "La violaron porque iba provocando con esa minifalda tan corta". ¿Alguien ha oído algo similar a eso? Pues no es ni será el único caso.

Si bien es cierto que algunas características de la víctima pueden hacer que reduzcamos su nivel de culpa (atractivo, aspecto inocente, estatus social... y, sobre todo, el parecido con nosotros mismos, por supuesto), esa tendencia ha sido la base del racismo y muchas otras injusticias sociales.

De aquí surge la pregunta sobre cómo nos enfrentamos a los reveses de la vida. Las distintas religiones ayudan a sus seguidores a racionalizar las situaciones que tienen que afrontar: los cristianos sufren castigos divinos, los musulmanes son capaces de ofrecer esta vida ante la promesa de una mejor, los budistas asumen las penurias acaecidas como forma de purificar el karma negativo acumulado...

Y es que necesitamos pensar que podemos controlar lo que nos sucede de algún modo. Sino cómo vamos a ir por la vida pensando que a nosotros, que somos buenas personas, nos puede pasar algo malo. ¿Qué sentido tiene que nosotros o algún familiar o amigo, también bueno, sufra una enfermedad? ¿Con todas las personas malvadas que hay por ahí, por qué nos van a robar a nosotros, o por qué vamos a sufrir un accidente? Hay gente que se lo merece mucho más. ¿Cómo sería posible que toda esa gente que va por ahí haciendo lo que le da la gana dañando a quien quiere cuando quiere, no reciba en algún momento lo que se merece? Si a fin de cuentas, la vida es justa (o debería serlo), ¿no? 

 

 

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