La vida mancha

La forma en que afrontamos los hechos que suceden en nuestra vida, deja una huella inevitable en nuestro camino.

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Alicia Jiménez

De lo que me gustaría hablar hoy es de la actitud fenomenológica, no voy a entrar en aspectos teóricos, solamente diré que en relación al fenómeno "mancha", la vida entera "mancha", todo lo que sucede, en la medida en que pasa en el mismo universo que habitamos y nos relacionamos con ello ya nos ha manchado. En tanto en cuanto sucede un hecho o acontecimiento, este a su vez nos toca. Es imposible huir.

  • Se me ocurre decir que hay tres formas en la que "la vida mancha":
  • Cuando "sacamos" un hecho o una persona de nuestra consciencia.
  • Cuando rechazamos y combatimos este hecho o persona. Cuando aceptamos y nos sumergimos en ello, lo "miramos".

Por ejemplo, imaginemos que a un familiar nuestro le detectan una enfermedad con mal pronóstico.¿Cómo podrían manifestarse estas tres formas en la que este suceso "nos mancha"?

  • Sacarlo de nuestra consciencia sería algo así como "ignorar" qué está pasando. La peor forma de exclusión de alguien o de algo, es negarlo. Estaríamos haciendo esto si desviamos la atención hacia otro lado, cuando alguna información llega a nosotros y hacemos que salga rápido de nuestra mente, evitamos a toda costa el tema y mucho más, cualquier contacto directo y real con el asunto, nos evadimos a otros pensamientos cuando se habla de algo relacionado con ello, o lo olvidamos inexplicablemente, cuando vivimos como si eso no estuviera pasando. Ya estamos eligiendo la forma en que este fenómeno nos mancha. Es una mancha profunda la que deja la exclusión, el apartar, el ignorar, el olvidar. Llevamos grandes manchas en el alma relacionadas con todo aquello con lo que no hemos querido, o no nos hemos atrevido ni siquiera a contactar, aquellos que hemos "fingido" en algún momento que no pasaba o personas que hemos "fingido" que no existían. A veces, no existe el acto deliberado de "fingir" que no pasa, realmente algunos hechos y fenómenos están fuera de nuestra consciencia. Sin embargo, están afectando a nuestra alma y nuestro destino. ¿Qué efecto puede tener en una familia que jamás se hable de un hermano que llevó una "mala vida"?, ¿qué se actúe como si dicha persona no existiera y perteneciera y como si ciertos hechos jamás hubieran sucedido?.

 A todos y todo lo que hemos excluido le debemos algo, quizás sólo un acto de consciencia, de inclusión, de respeto. Con los años me he ido reencontrando con muchas personas y hechos que en su momento alguna parte de mi decidió ignorar, sacar de mi consciencia, apartar. Otras veces fueron otros miembros de mi familia los que decidieron excluir eso de su consciencia. Soy una persona muy curiosa ¿cómo puede ser que descubriera con 34 años que mi bisabuela fue madre soltera?, ¿cómo puede ser que a nadie de la familia se le haya ocurrido preguntarse en alto por la identidad de nuestro bisabuelo procediendo de una ciudad pequeña o por la posibilidad de tener familia que no conocemos?.

 

  • La segunda posibilidad es rechazarlo, generalmente las formas más comunes de rechazar son buscar culpables, resistirse activa y combativamente al hecho, enjuiciarlo, diseccionarlo, analizarlo, posicionarnos, etc. En este caso, nos distraemos con cosas irrelevantes para no mirar el hecho o fenómeno, para que no nos "llegue". Ante el familiar con diagnóstico fatal es más fácil enfadarse por las listas de espera que existen para una prueba, discutir con otros familiares por temas relacionados con el cuidado y acompañamiento del enfermo, desquiciarse especulando sobre una posible causa, enfadarse por los hábitos o forma de ser de la persona enferma, desesperarse bajo la idea de que "esto no debería estar sucediendo", etc. A veces nos enredamos en cualquier cosa con tal de no conectar de forma auténtica con el fenómeno. Es como si con esa reacción estuviéramos poniendo una barrera de defensa entre el fenómeno y nosotros. Una barrera que obviamente no sirve de nada, esa resistencia es precisamente la mancha que nos queda. En este caso, más que el fenómeno nos mancha nuestra propia resistencia al mismo. Estamos distraídos y enredados aún teniendo delante de nuestras narices lo importante.
  •  La tercera posibilidad es sumergirse, abandonarse, permitir que nos toque, que amplíe nuestra conciencia y que llegue a nuestros sentidos, que nos conmueva y afecte, que tenga que ver con nosotros. Permitir el dolor, bajo la asunción de que es perfecto, no "debería" ser de otro modo, puesto que es como es y, en la medida que es, no hay otro estado posible de la realidad y las cosas mismas. "Mirar a los ojos" de ese familiar enfermo y sostener lo que quiera que encontremos en su corazón y también lo que suceda en el nuestro. Este "mirar de  frente" nos  trae a la vida, a la tierra, a lo que es. La verdad siempre tranquiliza. 

Quiero dejar que la vida me manche mirando de frente "lo importante", ya me ha manchado mucho de las otras dos formas, ignorando y negando y también enjuiciando y resistiéndome. Me rindo. Es el trabajo de la vida tener coraje, ampliar la consciencia, permitir que más y más cosas nos toquen, nos  afecten, tengan que ver con nosotros. Sencillamente poder mirarlas y asentir a ellas. Cosas de nosotros mismos, de los otros, del mundo.  La vida mancha pero tú puedes elegir cómo.

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