La mente del principiante

"La mente del principiante" es un concepto acuñado por el maestro Zen Shunryu Suzuki que hace referencia a la capacidad de desprendernos de las concepciones anteriores y ver las cosas con ojos nuevos. Según Suzuki, "en la mente del principiante hay muchas posibilidades, pero en la del experto hay muy pocas". 

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Patricia Lanza

Es algo que a primera vista puede parecer simple, sin embargo, seguramente pocas cosas son más difíciles para el ser humano. Y si no me crees, haz la prueba. Observa un comportamiento de cualquier persona que te rodea (amigos, familia, compañeros, clientes...) y trata de evaluar ese comportamiento sin que en dicha evaluación surjan recuerdos e influencias de tu relación con esa persona (discusiones, favores, gestos, etc.). Los prejuicios saltan una y otra vez, muchas veces de forma inconsciente, filtrando y dando sentido al comportamiento del otro, haciendo imposible una valoración objetiva.

Hay un proverbio chino que dice: "Aquel a quien amamos no tiene defectos; si lo odiáramos carecería de virtudes". Y esto lo hemos comprobado todos. Incluso lo manifestamos abiertamente con frases como: "Porque eres tú, que sino..." o "No le puedo ni ver. Si es que todo lo que hace me molesta".

Por eso, cuando una relación se vicia es tan complicado resolver el problema. Porque nos resulta francamente difícil hacer "borrón y cuenta nueva". Por mucho que nos lo propongamos. Y así, cada vez que el otro diga o haga algo, lo pasaremos por el tamiz de nuestra historia común, lo compararemos con otras cosas que dijo o hizo, lo sopesaremos a la luz de lo que pensamos y sentimos hacia esa persona y, sobre todo, de lo que pensamos que ella siente o piensa sobre nosotros. Lo rodearemos de inferencias y prejuicios que limitará seriamente nuestra objetividad para valorar la situación.

Usar la mente del principiante, que supone mirar con ojos nuevos a alguien con el que tenemos una historia de relación es prácticamente imposible. Al menos, si no hacemos un esfuerzo consciente por librarnos de nuestros prejuicios.

 

Y esta dificultad no sólo afecta en lo tocante a nuestras relaciones con otras personas.

Generalmente todos preferimos ponernos en manos de expertos. Sea cual sea el campo, "la experiencia es un grado". Confiamos en quien más conocimiento tiene pero, sobre todo, en quien más tiempo lleva realizando una actividad porque su experiencia nos infunde confianza.

Sin embargo, en muchos casos los estudios demuestran que es más habitual que en situaciones rutinarias cometan más errores los expertos que los noveles porque estos últimos se concentran más en la tarea, no dan por hecho nada, se fijan en los estímulos que surgen, están más atentos porque "miran con su mente de principiante".

Cuando damos las cosas por sabidas, cuando pensamos que algo poco puede ya aportarnos, que difícilmente nos va a sorprender, es cuando pueden llegar los problemas. Por eso ocurren más accidentes en días soleados y en trayectos habituales que en días lluviosos y trayectos desconocidos.

Porque sólo ponemos atención a todo lo que nos rodea cuando lo consideramos nuevo o peligroso. A lo demás, por "de sobra conocido", sólo le damos un vistazo rápido. "¡Qué me van a contar a mí a estas alturas!". Y aunque esta estrategia es muy saludable para el cerebro que no puede manejar tanta información constantemente, es muy perjudicial para otros aspectos como la seguridad o los nuevos aprendizajes. Nos las sabemos todas, así que poco podemos aprender y difícilmente encontraremos nuevas soluciones o distintos modos de hacer las cosas.

Y es que mirar las cosas que nos rodean, personas y tareas, con la mente del principiante nos puede ayudar a desarmar prejuicios y desbloquear relaciones, así como a mejorar nuestras ejecuciones y seguridad personal. Pero no será tarea fácil.

 

 

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