Si no lo creo, no lo veo

Los estereotipos y prejuicios condicionan en gran medida lo que vemos.

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Inma Trigo

 

Solemos pensar que la realidad es algo que percibimos y así construimos nuestra forma de pensar. Sin embargo, el mecanismo es inverso. Nosotros tenemos unas concepciones previas que funcionan como filtro en la percepción y que nos hacen ver una realidad y no otra. Nuestra percepción de la realidad es más receptiva a las informaciones que refuerzan las creencias ya asumidas, y vemos lo que hemos aprendido a ver. De modo que podríamos invertir el silogismo para concluir que: "Si no lo creo, no lo veo", prestando mayor atención a las noticias que confirman nuestras ideas ya configuradas, e ignorando aquellas que las contradicen y que quizá por eso nos pasan desapercibidas.

Pero los estereotipos también son útiles, nos ayudan a simplificar la realidad, a identificar el mundo que nos rodea y formar la opinión que tenemos sobre situaciones que no conocemos o hemos vivido en primera persona. Nos facilita la interpretación de la realidad, pero debemos estar abiertos a los ruidos y contradicciones que cuestionan estos esquemas y ser capaces de modificarlos con la experiencia.

Y es que un inofensivo estereotipo puede acabar teniendo importantes consecuencias: esta creencia puede llevarnos > al prejuicio como actitud y esto a la vez puede llevar > a la discriminación como una forma de comportamiento.

De ahí, la relevancia de revisar nuestros esquemas de pensamiento, que a veces no son explícitos pero que pueden funcionar en estado latente en forma de miedo, percepción de inseguridad o incomodidad... por ejemplo, ante las personas inmigrantes. De ellas, nos llegan rumores que se acaban convirtiendo en argumentos que plagan conversaciones cotidianas y que confirman de nuevo nuestras creencias. De las personas extranjeras escuchamos historias tales como que "los chinos no pagan impuestos en sus negocios", "los inmigrantes colapsan los servicios médicos", "se quedan con las viviendas públicas disponibles", "se benefician de las becas de comedor"... y un largo etcétera de rumores y especulaciones no confirmadas que se dan por ciertas y que condicionan el comportamiento de los demás ante estos diferentes colectivos.

Desde las ciencias sociales, Sunstein nos ofrece una definición de los rumores como "declaraciones sobre personas, grupos o eventos, que se difunden de una persona a otra sin que se demuestre su veracidad, que tienen credibilidad no porque haya pruebas directas de que las sostengan sino porque hay mucha gente que se las cree." (Sunstein, 2010). Y éstos contribuyen a hacer aún más difícil el acceso de estas personas a sus derechos.

A partir de 2010, algunas ciudades de España han venido elaborando estrategias para contrarrestar los rumores negativos sobre la diversidad cultural, creando agentes anti-rumores que tratan de combatir estereotipos usando datos objetivos y realizando campañas de sensibilización. Barcelona, Getxo, Tenerife, Fuenlabrada y Sabadell han participado en este proyecto, del que se encuentran materiales interesantes en su página web www.antirumores.com y con el que se contribuye a mejorar la convivencia y la cohesión social.

 

Os dejo un corto que nos relata una historias para reflexionar:

 

"Proverbio chino"

 

 

 

 

 

 

Bibliografía:

Gobierno del País Vasco

http://frenaelrumor.org/

http://frenaelrumor.org/Menu7.aspx


"Guía práctica para combatir los  rumores y prejuicios sobre la diversidad cultural". Proyecto Antirumores. Fundación ACSAR. Ed. Ayto de Barcelona. 2011.

 

 

 

 

 

 

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