Cada día una pequeña hormiga llegaba al trabajo motivada y sonriente, pero...

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Nuria Fernández López

Cuando leí esta historia no pude dejar de esbozar una sonrisa por lo reconocible de la situación en múltiples ocasiones.

Cuantas veces nos ha sucedido que viendo algo que funciona y fluye, en nuestro intento de mejorarlo en unos casos, y en otros, de  imponer nuestro criterio, no hacemos otra cosa más que estropearlo y desvirtuar su esencia, para acabar construyendo el ejercito de "Pancho Villa", aunque salvando todas la diferencias, claro está.

Os dejo esta fábula, y espero que al menos consiga que esbocéis una sonrisa cuando vayáis haciendo un reconocimiento práctico...

Cada día, una pequeña hormiga llegaba al trabajo muy temprano, y sin pérdida de tiempo comenzaba sus tareas. Era sumamente productiva y se la veía muy feliz con la actividad.

El gerente, un león, siempre se sorprendía al verla trabajar sin supervisión. Entonces pensó, si es capaz de producir así sin alguien que la controle, seguramente podrá hacer mucho más con un supervisor.

Dicho esto, buscó y reclutó a la cucaracha que tenía mucha experiencia como jefa y era famosa por preparar excelentes informes.

Su primera decisión fue instalar un reloj a la entrada, para controlar los horarios de entrada y salida.

Necesitaba además una secretaria que la ayudara con sus informes. Así se decidió a contratar a la araña para que además manejara los archivos y monitoreara las llamadas telefónicas.

El león estaba encantado con los reportes que la cucaracha le enviaba, y le pidió que produjera unos gráficos que mostraran los ratios de producción y un análisis de las tendencias de manera que pudiera utilizarlos para sus presentaciones ante el directorio.

La cucaracha entonces debió comprar una nueva computadora, una impresora láser, además de contratar a la mosca para dirigir el área de sistemas.

Mientras tanto la hormiga que una vez había sido tan productiva y relajada,  detestaba toda esta sobrecarga de  papeles y reuniones interminables donde perdía la mayor parte de su tiempo.

El león entonces llegó a la conclusión de que había llegado el momento de  contratar a alguien que se hiciera cargo del departamento donde la hormiga trabajaba.

Quien ganó la posición fue la cigarra cuya primera decisión consistió en cambiar la alfombra y conseguir una silla ergonómica para su oficina.

Necesitaba además otra computadora y una asistente personal que trajo desde su antiguo lugar de trabajo para que la ayudara con la planificación y el plan de control estratégico del presupuesto.

El lugar donde trabajaba la hormiga ahora era triste, nadie se ríe y todo el mundo camina preocupado. Esta fue razón suficiente para que la cigarra convenciera al león de la necesidad de realizar una encuesta de clima interno.

Y dado que el león había revisado el departamento donde la hormiga trabajaba, era fácil comprobar como en todo ese tiempo la productividad se había reducido considerablemente.

Su solución fue reclutar al búho para que hiciera una auditoría  interna y propusiera soluciones. Después de tres meses presentó su informe y una conclusión final: el departamento tiene exceso de personal.

Y adivina a quien pusieron en el punto de mira....¡a la hormiga!

¿La causa? Actitud negativa y falta de motivación.

Aunque esta situación vista así se presta al chascarrillo y al chiste fácil, no deja de contener una gran verdad que se lee fácilmente entre líneas. Una verdad que se fundamenta en el hecho de que cuando vemos algo que funciona o que tiene éxito, poco nos preocupamos de conocer la esencia del porque funciona, nos concentramos más en el que podemos hacer para sacarle el máximo partido,  y es ese deseo mismo el que nos lleva a construir escenarios que nada tienen que ver con el origen y la esencia de los comportamientos. Y los que es peor cuando vemos el resultado de lo construido, tratamos de buscar un culpable, que a la vista está, a veces raya el surrealismo.

 

 

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