El dolor emocional (II)

"El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional". Buda

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Nuria Fernández López

Aunque puede sonar un poco extremo y hasta hiriente, hay personas que a través de la expresión continúa de su sufrimiento obtienen ganancias emocionales, consiguen la atención de los demás, que las compadezcan o que se hagan cargo de ellas. Este tipo de comportamiento genera que a la larga se sientan más débiles e incapaces de enfrentar los retos de su propia vida.

Al hablar de dolor emocional es importante hacer la distinción entre dolor y sufrimiento. El dolor es algo que no podemos eludir, es natural, necesario y escapa a nuestra acción;  el sufrimiento es algo psicológico y depende de nuestras interpretaciones y atribuciones de los hechos, por tanto es gestionable a nivel personal.

En este punto, existen una serie de  trampas psicológicas en las que caemos tratando de evadir o negar el dolor y que terminan generando sufrimiento:

  • La gestión de las expectativas. Cuando generamos expectativas erróneas en relación a otros o en relación a nosotros mismos y no se cumplen dichas expectativas, experimentamos desilusiones, depresión, rabia, enfado, ira, todas estas expresiones emocionales negativas podrían evitarse con una adecuada gestión de las expectativas propias o ajenas.
  • La racionalización. Las personas muy intelectuales creen que pueden enfrentar cualquier dificultad con la lógica y la razón. Tienen una excesiva confianza en su capacidad de alcanzar el control de las situaciones a través de la lógica, lo que provoca que caigan en una actitud rígida y absolutista que termina agravando los problemas en vez de resolverlos.
  • La idea de que si "lo siento", entonces es real. Algunas personas sufren por tener la creencia de que si "sienten" a nivel subjetivo, que algo es "bueno o malo", así es en la realidad. Sin embargo una creencia no es un hecho. El que estemos convencidos de algo no lo convierte en más cierto, pero si condiciona nuestro comportamiento y nuestra emoción.
  • La evitación. En un principio, la evitación puede ayudar momentáneamente a no sentir dolor, pero cuando se persiste en evadir ciertas situaciones, el riesgo siempre es crear menos capacidad de manejo y afrontamiento de las situaciones y más sufrimiento.
  • El aplazamiento. Es muy similar a la evitación, pero con la diferencia de que la persona se auto-engaña convenciéndose de que no está evitando, sino que sólo está postergando las cosas por alguna razón justificable, y convenciéndose a sí mismo de que tarde o temprano lo hará. El problema radica en que el aplazamiento no suele tener un punto final.

De cara a gestionar el dolor emocional de manera efectiva, el primer paso, como ya hemos comentado en el post anterior, es no negarlo ni evitarlo, sino aceptarlo, sentirlo  y experimentarlo cuando sea necesario. Por otro lado, también es importante reconocer que la mayoría de las veces contamos con los recursos necesarios para enfrentarlo. Las heridas emocionales son parecidas a las heridas físicas, es necesario limpiarlas, cuidarlas y dejar que sanen. Al final como en las heridas físicas, nos quedarán las cicatrices, pero ya no generarán dolor.

Por otro lado, y tal como señala Viktor Frankl (El hombre es busca de sentido) es importante encontrar un sentido al dolor, una experiencia dolorosa puede hacernos más fuertes después de haberla enfrentado, tal y como ya apuntó Friedrich Nietzsche: " Lo que no te mata, te hace más fuerte".

El dolor tiene también un alto componente de subjetividad ya que no todos lo vivimos de la misma manera. Lo que para una persona puede ser algo terrible, otro lo enfrenta de forma más natural. Lo que es válido para todos, es que lo más peligroso a la hora de enfrenar el dolor es tenerle miedo, pues eso genera mayor estrés, nos hace perder la confianza, y por ende genera más dolor y sufrimiento.

 

 

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