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Patricia Lanza

 

Que tire la primera piedra el que no esté enganchado a alguna serie. Cierto que tendré que estar atenta porque algún rara avis habrá por ahí, pero seguro que son los menos. Porque a día de hoy hay para todos los gustos: comedias, dramas, historias reales, ciencia ficción, históricas, de terror, policiacas, del oeste... Te guste lo que te guste, con toda seguridad hay una serie para ti. O más de una.

Las series se han convertido en las favoritas para muchos que las prefieren a las películas. Su duración más limitada por episodio nos permite verlas casi a diario, mientras que temporada a temporada vamos metiéndonos en la trama hasta tal punto de sentirlo casi como parte de nuestra historia personal. Por eso no es raro que alguien se sienta realmente molesto cuando se han "cargado" a uno de nuestros personajes favoritos o porque alguno de los protagonistas ha tomado una decisión con la que no estamos en absoluto de acuerdo.

Pero ese sentirse parte de la serie, vivirla casi como la vida misma, discutir sobre ella, implicarse emocionalmente... Lejos de ser un problema o una cosa de friquis es un boleto para una vida más feliz.

Aunque parezca increíble, un estudio realizado por la Universidad Loyola Andalucía concluye que ser fan de una serie incrementa la felicidad. Y no cualquier tipo de felicidad, concretamente la felicidad eudaimónica, que como el caso del HDL (que es la versión buena del colesterol), es mejor felicidad que podemos disfrutar.

La felicidad que más habitualmente logramos es la hedónica. Esa que se consigue comprando cosas, teniendo más y mejor... básicamente, mediante cosas externas a nosotros que nunca llegan a satisfacernos por completo porque siempre se pueden mejorar. Por ejemplo, el móvil que tan felices nos hizo sentir cuando lo compramos ya sólo nos hace infelices porque no es la versión más moderna, no tiene la mejor cámara y, además, la memoria se nos ha quedado corta. Siempre hay cosas mejores, así que estamos destinados a la frustración constante.

Sin embargo, la felicidad eudaimónica conlleva dar sentido a nuestra vida y, por tanto, tiene efectos a largo plazo. Suele ser el resultado de conductas altruistas y de desarrollo personal. Eso que nos hace sentir bien intrínsecamente y que haría honor a la expresión: "que nos quiten lo bailao".

Y ahora la pregunta es: ¿cómo ver una serie de televisión puede incrementar nuestra felicidad eudaimónica? Según el estudio publicado por Javier Lozano, Milagrosa Sánchez y José Antonio Muñiz en la revista Journal of Happiness Studies esta implicación con las series permite a los espectadores crecer intelectual, cognitiva y socioemocionalmente.

Basándose en las teorías de Peterson y Seligman (que supusieron el gran hito en la Psicología Positiva) que postulaban que había distintas vías para conseguir la felicidad, entre ellas, fomentando cualidades como la sabiduría, la curiosidad o la apertura, crearon un cuestionario que pasaron a más de mil personas entre 16 y 60 años. Lo que se comprobó es que los fans de las series no sólo buscan entretenerse, sino que tienen otras motivaciones como aprender, conocer otros puntos de vista, simular experiencias, reflexionar... Por lo tanto, se abandona el papel pasivo del televidente para conseguir un verdadero crecimiento personal. Ese que nos proporciona felicidad eudaimónica.

Además, como normalmente las series se ven con más personas o se comenta sobre ellas, esto crea comunidad.

Vamos, que la próxima vez que estés contando los días para que salga la nueva temporada de esa serie que tanto te gusta, piensa que no sólo te va a proporcionar un rato de entretenimiento, sino también una gran cantidad de felicidad de la buena.

Y si no estás enganchado a ninguna, no tardes en hacerlo: ¡no sabes lo que te estás perdiendo!

 

 

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