La buena y la mala suerte y viceversa.

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Nuria Fernández López

Cuando las cosas no salen como esperamos, normalmente cuanto menos, nos sentimos frustrados. En muchas ocasiones  incluso vamos más allá y llegamos a cuestionarnos nuestra vida y hasta incluso nuestro futuro. Sin embargo, nuestra historia personal y la de otros, seguramente nos habrá demostrado, que a veces, la mala suerte, no es otra cosa que buena suerte. El que la balanza se incline hacia el lado contrario depende sobre todo de la actitud con que enfrentemos la adversidad o las contrariedades. El cambiar el signo de los acontecimientos depende de esa capacidad de ver más allá del lamento, de la autolástima y de concentrarse en las oportunidades que no se han explorado todavía. Quizá con ello, la mala suerte se convierta en una oportunidad a la buena suerte!!


Un hombre pierde su trabajo. Luego de buscar 
varios meses, se entera de que en Microsoft 
necesitan barrenderos. El gerente de relaciones 
industriales le pregunta sus datos, lo observa 
barrer, lo felicita y le dice: "El puesto es suyo. 
Deme su e-mail, para informarle el día y la hora 
en que deberá presentarse". 
El hombre, desconsolado, contesta que no 
tiene e-mail, y el gerente de relaciones industriales 
le dice que lo lamenta mucho pero que si 
no tiene e-mail, virtualmente no existe, y que, 
como no existe, no le puede dar el trabajo. 
El hombre sale desesperado, no sabe qué 
hacer y sólo tiene $250 en el bolsillo. Entonces 
decide ir al mercado de abastecimiento de 
frutas y verduras y compra un cajón de tomates 
de 10 kg. Se va de casa en casa vendiendo 
el kilo de tomates a $50. En menos de dos horas 
ha duplicado su dinero; repite la operación 
otras tres veces, cena en un pequeño restaurante 
y vuelve a casa con $150. 
Se da cuenta de que de esa forma puede sobrevivir, 
y cada día sale más temprano y vuelve 
más tarde. Así duplica, triplica y hasta cuadriplica 
el dinero en un solo día. Con un poco de 
suerte logra comprar una camioneta, que un año 
después cambia por un camión; a los tres años, 
ya tiene una pequeña flota de transporte. 
Luego de cinco años, el buen hombre es 
dueño de una de las principales distribuidoras 
de alimentos del país. Entonces recibe a un 
agente de seguros y, al terminar la conversación, 
este le pide al empresario que le dé su 
dirección electrónica para enviarle la póliza. El 
hombre contesta que no tiene e-mail, y el agente 
le dice: 
-Si usted no tiene e-mail y llegó a construir 
este imperio, no quiero imaginarme lo que sería 
si lo tuviera. 
Y el buen hombre replica: 
-Sería barrendero de Microsoft. 

 

En definitiva, los caminos que elijamos y las decisiones que tomamos son las que van a determinar en gran medida el que nos otorguen el título de suertudo o no.

 

 

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