El verdadero milagro

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Patricia Lanza

 

Vamos a comenzar con un pequeño juego: entrelaza las manos y fíjate cuál de los dos dedos índice (el derecho o el izquierdo) queda por delante. Luego, trata de entrelazaros al revés, de modo que sea el dedo contrario el que quede por delante.

¿Lo has conseguido? Si no tienes un problema motor o neurológico que te lo impida, seguro que sí. Aunque te resulte incómoda la nueva posición, no habrás tenido ninguna dificultad para lograrlo porque las distintas partes de tu cuerpo están más que acostumbradas a recibir las órdenes de tu cerebro y hacer lo que se les indica.

Otro tema distinto es el propio cerebro, lo que solemos denominar "pensamiento", que tiende a ir por libre.

Supongo que no hace falta que hagamos el juego de: "no pienses en un elefante rosa" para saber que darle órdenes a tu pensamiento es una pérdida de tiempo. De hecho, si algo tenemos claro es que la mente no descansa. Quizás un rato en algunos momentos del sueño y, siempre y cuando no tengas problemas de insomnio, porque sino, ni siquiera estarás de acuerdo con eso.

Y es que independientemente de lo que estemos haciendo, nuestra mente estará entretenida con algo. Y lo curioso, es que en la mayoría de los casos no está centrada en lo que estamos haciendo, sino con otras cosas. Porque... ¿en qué estás pensando cuando te duchas, comes, conduces, haces deporte...? Rara es la ocasión en la que una actividad te requiera tal nivel de concentración que te exija estar pensando exclusivamente en ella.

Y aunque nos pueda parecer que la automatización de las tareas y, por tanto, tener la mente en otro sitio, pueda ser una ventaja, está más que demostrado que es justo lo contrario. La milenaria atención plena, el tan de moda mindfulness, el famoso Flow... Vienen todos a decirnos que la única forma de ser auténticamente felices y evitar situaciones de estrés es mantener nuestra mente en "el aquí y ahora".

Pero no hay más que intentar llevar a cabo una meditación formal o probar una práctica de mindfulness informal para descubrir que es, probablemente, una de las cosas más difíciles de lograr. Porque, el verdadero milagro es conseguir tener una mente centrada, que no divague y, con ella, una existencia feliz.

Con eso y todo, no pierdas la esperanza porque lo que también nos dicen, es que podemos entrenar la mente para centrarla. De eso trata el mindfulness. No de poner la mente en blanco, no de "no pensar en nada", sino de ser capaces alcanzar el milagro. Como nos cuenta esta historia:

 

 

 

Un hombre se presentó a un maestro y le dijo:

­        Mi anterior maestro ha muerto. Él era capaz de hacer grandes milagros. ¿Qué milagros eres tú capaz de realizar?

­        Yo cuando como, como, y cuando duermo, duermo- contestó el maestro.

­        Pero eso no es ningún milagro - argumentó el hombre-, yo también como y duermo.

­        No - dijo el maestro-, cuando tú comes, estás pensando en mil cosas, y cuando duermes, sueñas y fantaseas. Yo sólo como y duermo, ese es mi milagro.

 

 

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