Verdades, medias verdades y mentiras en la red.

Internet es un medio rápido para obtener información, pero ¿tenemos la certeza de que todo lo que allí leemos es cierto?

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David Fernández

Se suele decir a menudo que no es necesario conocer la respuesta a una pregunta sino saber dónde encontrarla.

Seguramente, en la época actual, es cuando esta frase adquiere su mayor relevancia ya que con un poco de habilidad en las búsquedas, un Smartphone y acceso a internet, cualquiera tiene acceso a toneladas y toneladas de información.

Y lo que en un principio parece una de las grandes ventajas de esta situación, puede contemplarse también como una moneda de dos caras, ya que si bien es cierto que tenemos a nuestra disposición esa gran cantidad de datos, al cotejarlos surge la necesidad de ordenarlos, filtrarlos y encontrar la respuesta a la pregunta que origino nuestra búsqueda.

La importancia de verificar los datos que obtenemos puede variar, no es lo mismo que nos equivoquemos al consultar la edad de un actor para resolver un debate dentro de un círculo de amigos tras ver una película a que la información incorrecta aparezca en un artículo de prensa.

Una de las máximas del periodismo es contrastar siempre la veracidad de las fuentes de información y de los datos o noticias que puedan aportar, y supongo que podríamos decir que debería ser algo a tener en cuenta para cualquier persona que tenga que elaborar un texto escrito, ya sea en forma de artículo en un blog, los datos de un informe o el contenido de un manual pedagógico.

El principal enemigo que existe para esta verificación es el exceso de confianza en cualquier fuente, ya que existe una tendencia generalizada a creer como cierto cualquier información que encontremos publicada, con lo que al final tenemos una cadena inacabable de errores que puede ir creciendo de manera exponencial.


Pongamos un ejemplo: cuando hace unas semanas buscaba un tema para escribir mi artículo, una compañera me sugirió que revisase un supuesto estudio acerca de las relaciones de pareja y el cómo podía influir en ellas las nuevas tecnologías. Las noticias que hacían referencia a dicho estudio comentaban que el CyberPsychology and Behaviour Journal había comentado en su estudio que unos 28 millones de rupturas de parejas estaban originadas por un estado de ansiedad al realizar el seguimiento de conexión y recepción de mensajes en facebook y en la popular aplicación de mensajería Whatsapp: el no poder explicar conexiones en horarios imposibles de justificar o el hecho de ignorar un mensaje recibido cuando el remitente del mensaje ya había recibido el doble check (los dos simbolos de verificación que aparecen junto a cada mensaje enviado) parecían ser los responsables.

 

 

Mujer enfada al consultar su telefono móvil

 

 

Esta información a día de hoy, está presente en numerosos blog de noticias, webs especializadas y algunos medios de información de primer nivel, tanto nacionales como internacionales, basta con hacer una simple búsqueda en internet para comprobarlo.

Cuando alguien decidió (por fin) hacer su trabajo y recurrió a la fuente del estudio comprobó que no solo dicho estudio no existía, sino que dicha organización jamás había publicado ningún estudio relacionando comportamiento y whatsapp, aunque si sobre Facebook.

Parece que el origen de la confusión está en un dato extrapolado de un dato facilitado por Facebook en 2011 donde se reflejaba que 28 millones de sus usuarios habían cambiado el dato de estado "estoy en una relación" por "soltero". Siguiendo el ejemplo del juego infantil, el teléfono estropeado, la información fue mutando poco a poco hasta que se creó finalmente este bulo a escala mundial.

Hace ya unos 4 años, un estudiante irlandés del Trinity College de Dublín, Shane Fitzgerald, comprobó la vulnerabilidad de un frecuente lugar de consulta de datos online, la wikipedia, donde son los propios usuarios los que se encargan de alimentar las bases de datos.

Aprovechando la reciente muerte del compositor francés Maurice Jarre, Fitzgerald añadió en la página dedicada a su figura en la wikipedia una frase inventada que atribuyó al fallecido Jarré: "Se puede decir que mi vida ha sido una larga banda sonora. La música fue mi vida, la música me daba la vida y por la música seré recordado mucho después de que deje esta vida. Cuando muera se tocará un último vals en mi cabeza, que sólo yo podré escuchar".

Con gran sorpresa observo como dicha frase inventada aparecía en los obituarios que dedicaron a Jarré desde numerosos medios británicos, indios y australianos.

Evidentemente es algo a lo que todos estamos expuestos, entre tanta información a veces resulta complejo distinguir entre los datos correctos y los que solo parecen serlo.

¿Será este uno de los nuevos males endémicos de la generación nativa digital? Solo el tiempo lo dirá...

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