El comercio tradicional salta al mundo

Quién de vosotros no se ha planteado alguna vez paseando por su barrio, ¿qué ocurrirá con aquellas tiendas donde hemos comprado desde niños? porque no sabremos si mañana seguirán manteniendo sus puertas abiertas.

 

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Montse Boyero

 

Madrid es la primera ciudad del mundo que acoge a más de 2.500 tiendas de comercio electrónico, (más conocido como e-commerce) con Prestashop y un total de 32.000 tiendas en toda España. Eso es lo que comentó Bertrand Amaraggi, Country Manager de Prestashop en España, mientras me daba respuesta a algunas de las cuestiones que le planteaba hace un par de meses en un networking en el Internacional Lab de Madrid Emprende. Por aclarar, Prestashop es un gestor de contenidos o cms libre. Lo que se conoce como opensource o sofware libre, compatible con las pasarelas de pago. Ya se han creado más de 200.000 tiendas on-line con este software en todo el mundo.

Desde mediados de los años 90, cada vez que se ha utilizado una tarjeta de crédito en la red, el e-commerce no ha parado de crecer. En concreto, desde 2009 el crecimiento en nuestro país supera los dos dígitos y el año pasado fue de un 30%. Negocios con solera y tradición, que hace unos años hubieran tenido que cerrar, apostaron por abrir tienda on-line y a día de hoy confirman que el 90% de sus ventas se hacen a través de internet en España. Algunas de ellas han dado el salto a los cinco continentes.

Pero no todo son buenas noticias, espero que esa tienda en la que posiblemente hayan comprado varias generaciones en tu familia, que su dueño o dependienta tanto te conoce y sabe lo que buscas, no corra la misma suerte que los 95.000 comercios que desaparecieron en los últimos cinco años.

Entonces, uno puede pensar, ".... pues que abran una tienda on-line y ya está". Pero para tener éxito en este comercio es fundamental ponerte en manos de expertos. No sólo es necesario abrir una web. Los potenciales compradores deben encontrar con facilidad en la red aquello que buscan. Por tanto, hay que estar bien posicionado en Google y otros buscadores. Es vital tener bien estructurada la web para que los buscadores te encuentren y conseguir que mucha gente hable de ti en las redes sociales, sin olvidar la importancia de invertir en publicidad. Para el que quiera apostar por abrir un negocio on-line, debe contratar a un buen profesional del marketing digital.

Amazon, todos lo conocéis y seguramente muchos de los regalos que habéis hecho estas pasadas navidades hayan pasado por su almacén en Fernando de Henares antes de llegar a vuestras manos. Es el líder mundial en venta de productos propios y productos de otras tiendas que venden en este market place, (cobran una comisión al que decide vender sus productos en su portal en función del número de ventas) con más de 260 millones de clientes, que se dice pronto. En España tienen 50 millones de productos y la mayoría pertenecen a miles de pequeñas tiendas que venden a casi 200 países. Rakuten en Japón, Farfech en Portugal y Alibaba el grande asiático en China se dan la mano con Amazon.

La compra on-line nos hace la vida más fácil. Como compradores evitamos largas colas y aglomeraciones, disponemos de un eficaz sistema de devoluciones, no debemos llevar cash en el momento de la compra y tampoco tenemos límites horarios. Y todo esto sin renunciar a comprar cualquier cosa que se pueda imaginar sentado desde el sillón de tu casa y a un golpe de click. 

 

Esto me hace pensar, que quizá las tiendas de barrio no estén abocadas a desaparecer. Más bien, puede que tengan más presencia que nunca en nuestras vidas. Quizá esa tienda de barrio que tanto nos gusta o ese comercio tradicional, tengamos en breve que ir a buscarlos en Google. Ambas opciones son atractivas y cierto es, que existes si tienes visibilidad. Nuestra ventana al mundo es internet y todos miramos por ella. Está claro que esta opción debería estar en la mente de todos los comerciantes que quieran crecer y mantenerse en el mercado.

Ambos modelos de negocios pueden coexistir, pero ¿deben ir de la mano? En mi caso, estoy "encantada de la vida" haciendo compras on-line y no renuncio a ello por todas sus ventajas. También disfruto, cuando decido ir a mi librería de siempre, sentarme en las escaleras de madera de caracol mientras ojeo un libro, deleitándome con ese cautivador aroma del papel recién impreso mezclado con el olor del barniz de antaño.

 

¿Estaríamos dispuestos a renunciar a alguno de estos dos modelos de compra?

 

 

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