La portada ha muerto.

Para amantes de los libros,  que han perdido parte de su encanto con el paso a formato digital.

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Para todas las personas que han invertido/disfrutado horas y horas en librerías y bibliotecas revisando libros, ojeando, contemplando sus primeras páginas, fijándose hasta en el más sutil de sus detalles es una pena constatar que la portada ha muerto. Si no muerta del todo, agonizante. Con la irrupción del libro digital que semana a semana se hace con bocados cada vez más grandes del mercado editorial las portadas han perdido sentido o valor, como lo queramos ver.


En un lector digital la portada la veremos con suerte el primer día que comencemos la lectura, volviendo casi de un modo irremisible y más práctico, todo sea dicho, a la última página leída cada vez que recuperemos la lectura.  Si acaso, la veremos en un tamaño minúsculo y desvirtuado en el formato de galería o biblioteca de nuestro aparato, pero poco más.

Esas portadas que veíamos cada noche en la mesilla junto a la cama, durante pequeñas temporadas y que han quedado vinculadas a ciertos periodos de nuestra vida, serán las que nos queden. A partir de ahora, deberemos escoger bien la funda de nuestro ebook, porque será la que veremos durante una larga temporada.

La tecnología supone grandes ventajas prácticas a veces a costa del encanto de lo tradicional.

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