Pensamientos culpabilizadores, los otros activadores de la ira

Culpabilizar: Echar la culpa a alguien de algo, echar las culpas a una persona de un daño causado.

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Nuria Fernández López

La culpabilización activa la ira haciendo que nuestro sufrimiento sea responsabilidad de otros. La culpabilización lleva a pensamientos en los que interpretamos y etiquetamos el comportamiento de otros de modo negativo.

El problema de la culpabilización es que niega la realidad de dos modos:

1-La culpabilización supone que usted no es responsable de su padecimiento, lo son los demás.

2- La culpabilización proyecta una realidad que nos rodea, en la que los demás hacen cosas “malas” deliberadamente.

En general, como ya comentamos en el post anterior, las personas no hacen cosas malas intencionalmente, actúan como lo hacen, porque eligen como es lógico, satisfacer sus propias necesidades.

Tomamos una decisión pensando que es nuestra mejor opción de acuerdo a la información y datos que manejamos. Bueno y malo son etiquetas que aplicamos a las decisiones tomadas, una vez comprobamos sus consecuencias para nosotros y/o los demás. La cosa es que en el momento en que  tomamos una decisión, esas consecuencias eran desconocidas, por tanto fue la mejor opción disponible.

Mediante la culpabilización castigamos a las persona por las elecciones que ha tomado. Con la culpabilización dibujamos en mundo "dicotómico" en blanco y negro, buenos y malos, justo e injusto.

El problema de estas dicotomías radica en que una vez que etiquetamos o posicionamos a alguien en el lado oscuro de la línea, tendemos a obviar toda aquella información que no sea acorde a nuestro esquema de pensamientos negativos.

El "etiquetaje" es otro de los aspectos relacionados con la culpabilización. Las etiquetas globales, es estúpido, histérica, pelmazo, chistoso, egoísta, insensible, etc, alimentan la ira, convirtiendo a la otra persona en alguien malo y sin valor. En lugar de molestarnos el comportamiento concreto de la persona, enjuiciamos a la persona en su totalidad. Estas etiquetas son siempre falsas, porque se centran en una característica concreta y de ahí derivan la foto completa. El único antídoto contra el etiquetaje, es trabajar en la especificidad y situacionalidad del comportamiento del otro.  

 

 

 

La “intención supuesta” es una lectura del pensamiento del otro, una adivinación de sus intenciones, una inferencia acerca del modo en que las personas piensan y sienten. La intención supuesta activa nuestra ira cuando suponemos que nuestro sufrimiento, es consecuencia directa del comportamiento de otro, suponemos una intencionalidad en hacernos daño o molestarnos. La palabra “supuesta” implica que nosotros creemos, pero realmente no lo sabemos, porque nunca lo preguntamos, cuáles son esas intenciones. Podemos aprender a manejar nuestras dotes adivinatorias, preguntando al otro que tanto nos agravia, las razones a cerca de su comportamiento. Tal vez nos llevemos alguna que otra sorpresa.

“La magnificación” consiste en convertir un pigmeo en un gigante. Hace las cosas peor de lo que realmente son. Las palabras: siempre, todo, nunca, son las expresiones verbales de la magnificación. La magnificación es como echar gasolina en un incendio. Para trabajar en la magnificación podemos hacer un ejercicio lingüístico tratando de eliminar de nuestro lenguaje palabras como: todo, siempre, nunca, es terrible, es horrible, .etc. Tratando de trabajar en la exactitud y no en la exageración.

Cambiar de pensamiento no es fácil, seguramente llevemos con la misma pauta años, pero es absolutamente necesario si queremos combatir nuestro contínuo enfado, sufrimiento, disgusto y malestar con los que nos rodean.

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