Si te etiqueto te limito, si me etiquetas me limitas

Las personas no manejarmos directamente la realidad, sino que funcionamos con simplificaciones de la misma que nos permiten interpretar los acontecimientos y el mundo que nos rodea.

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Nuria Fernández López

Últimamente me he dado cuenta del gran deseo, incluso necesidad, que algunas personas tienen de eliminar las etiquetas que su entorno les ha "colgado". Y esto, me ha hecho flexionar e incluso recordar algunos conceptos que ya tenía olvidados de mi época en la facultad de Psicología, hace ya unos cuantos años.

Las etiquetas no son más que formas de categorizar comportamientos. Quiero decir,  que lo que hacemos es tomar uno o un conjunto de comportamientos y clasificarlos en una categoría, que nos permite simplificar la realidad y no tener la necesidad constante de analizar y valorar el comportamiento de las personas que nos rodean. Son formas de simplificar la realidad. Así, tenemos clasificadas a las personas de nuestro entorno como: el organizado, el serio, el gracioso, el negativo, el callado, el comprometido, el desinteresado, etc.  A veces, estas etiquetas son muy explícitas y otras no tanto.  En la mayoría de los casos las personas acaban teniendo conciencia de la etiqueta que su entorno les ha puesto,  y es aquí cuando viene el problema, ya que generalmente las personas se sienten limitadas  en sus propias manifestaciones. En este punto se producen varios fenómenos que perpetúan las etiquetas: el entorno es ciego a manifestaciones no coherentes con la etiqueta,  la propia persona se siente condicionada a la hora de llevar comportamientos alternativos diferentes  a lo que se espera de el/ella, o la persona no tiene conocimientos o habilidades para emitir comportamientos nuevos.

 

Hay una cosa clara,  generalmente las etiquetas incluso las que puedan parecer positivas, acaban teniendo una connotación negativa, ya que sesgan la información y se basan en conclusiones obtenidas a partir de los comportamientos más destacados, por lo que se obvia el resto de comportamientos.

He observado también como sólo nos centramos en una parte del proceso, precisamente en la etiqueta que nos han puesto, pero acaso nosotros no formamos parte del mismo círculo y  tenemos nuestras propias etiquetas de las personas que nos rodean. 

Tal vez si somos conscientes de que este es un proceso inherente al ser humano, deberíamos tomar conciencia de las limitaciones de interacción  y relación que supone, e intentar por un lado como víctima de  estereotipos, poner más énfasis en llevar a cabo comportamientos que permitan a los demás desmontar sus teorías sobre nosotros, y por otro lado como productores de etiquetas, estar atentos a informaciones y comportamientos en el otro, que nos permitan desmontar nuestras propias etiquetaciones.

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