Cómo acabar con la empresa desde dentro

Como acabar con la empresa desde dentro, más allá de los meritos propios. Sólo apto para personas sin escrúpulos.

 

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Patricia Lanza

La novedad no es el fenómeno en sí, sino el hecho de que ahora los psicólogos del trabajo se dedican a su estudio. De hecho, el fenómeno existe desde que el hombre es hombre. Y digo hombre, y no mujer, no porque entre nosotras no se dé (que sí sucede), pero es que los hombres son los que siempre han estado "arriba" en las estructuras jerárquicas y, por eso, nos llevan algo de ventaja. Todo es darnos tiempo.

Conocidos psicólogos como Iñaki Piñuel (experto en acoso laboral) se refieren a este fenómeno como personalidad autopromotora aberrante (aberrant self-promoter). Tras esa denominación tan completa se esconde una figura conocida: el trepa de toda la vida. La RAE los denomina "arribistas": personas que progresan en la vida por medios rápidos y sin escrúpulos.

Si nos acogemos a lo que las definiciones que los psicólogos hacen del trepa, podríamos asustarnos con facilidad. Algunos los definen como "psicópatas subclínicos"  y otros como "gente sin valores". Pero la realidad es que el trepa está ahí, y pocos son las organizaciones que se libran de ellos.

 

Se han identificado distintos tipos de trepas, pero básicamente todos se definen por lo mismo: intentar ascender con la fórmula del "fin justifica los medios" y, por tanto, sin preocuparse por quién van a pisar por el camino.

Se ha comprobado que funcionan mejor en organizaciones poco estructuradas o en las que atraviesan cambios importantes o crisis. Así, la situación económica actual es un caldo de cultivo para la aparición de estas personas.

Como el propio Piñuel dice, el trepa es un Dr. Jeckyll o Mr. Hide, según a quién se le pregunte, claro. Para jefes que se sienten inseguros sobre su propia competencia, es mucho más sencillo rodearse de personas "fieles" y sumisas, aunque no sean eficaces. Los trepas saben mostrar su cara más amable ante "los de arriba", logrando la promoción rápida a pesar de la falta evidente de conocimientos o habilidades.

Sus compañeros, aquellos que tienen que sufrir las consecuencias de sus manejos y que ven claramente su cara oscura, mantendrán con él relaciones puramente formales, pero sus sentimientos hacia él serán de rechazo.

Las principales herramientas del trepa son su capacidad para adular a los poderosos y quitarse de encima a los "adversarios". Así, sobre todo, destaca en ellos su facilidad para que parezca que saben hacer cosas, que los méritos son suyos, mientras que los verdaderos talentos de la empresa, quedan ocultos.

Las claves del trepa son:

  • Adular a los superiores: el trepa dirá que los adora aunque realmente los deteste
  • Llegar pronto a trabajar y quedarse hasta tarde: al menos, no irse antes que el jefe. Aunque esté leyendo su correo personal debe parecer atareado.
  • Aparentar que la vida le va en el trabajo: él es el único que trabaja, es imprescindible en los proyectos y no se sabe cómo la empresa funcionaba antes de que él llegara.
  • Robar las ideas de los compañeros y apropiarse del trabajo de los demás: consiguen que parezca que son ellos los responsables de los éxitos y, curiosamente, todo lo que está bien hecho es obra suya.

Según un ranking realizado por la Escuela de Negocios ESCP-EAP, los españoles somos los mejores haciendo la pelota al jefe, y lo llevamos a cabo como una estrategia de marketing personal.

Pero el daño verdadero del trepa está en la capacidad para minar la autoestima y la motivación de sus compañeros, que poco a poco empiezan a dudar sobre su implicación con la empresa y el valor de su trabajo. De este modo, el trepa funciona como un cáncer, que va, lento pero seguro, destruyendo por dentro la organización.

 

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