Lo que creemos, lo creamos

Profecia autocumplida, expresión creada por el sociólogo Robert K. Merton que se refiera a una predicción que, una vez enunciada, es en sí misma la causa de que se haga realidad debido a que se desencadenan una serie de circunstancias favorables para que se cumpla.

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Nuria Fernández López

Ya alguna vez hemos escrito acerca de la capacidad que tienen nuestras creencias de transformarse en realidades. Sin embargo conocimiento y comprensión aunque van de la mano no son lo mismo, por ello convienen los recordatorios periódicos.

Para ilustrar cómo "lo que creemos, lo creamos" nada mejor que este cuento fantásticamente escrito por Gabriel García Márquez. De manera simple pero muy gráfica nos recuerda como lo que construimos en nuestra mente lo proyectamos a nuestro entorno incrementando con ello la probabilidad de que acabe convirtiéndose en una profecía,  al fin y al cabo nuestro pensamiento es el motor de nuestro comportamiento. Si me convenzo de que algo es o va a ser de una determinada manera,  todas mis acciones y mensajes implícitos y explícitos irán alineados con dicho pensamiento, con lo que finalmente estaremos ante una profecía cumplida.

Algo muy grave va a sucederle a este pueblo...

Imagínese usted un pueblo muy pequeño donde hay una señora que tiene dos hijos, uno de 17 y una hija de 14. Está sirviéndoles el desayuno con una expresión de preocupación en su rostro. Los hijos le preguntan qué le pasa y ella les responde:
- "No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo".
El hijo se va a jugar al billar, y en el momento en que va a tirar una carambola sencillísima, el otro jugador le dice:
- "Te apuesto un peso a que no la haces"
Todos se ríen. Él se ríe. Tira la carambola y no la hace. Paga su peso y todos le preguntan qué pasó, si era una carambola sencilla. Y él contesta:
- "Es cierto, pero me he quedado preocupado por algo que me dijo mi madre esta mañana sobre algo grave que va a sucederle a este pueblo".
Todos se ríen de él, y el que se ganó su peso regresa a casa, donde está con su mamá. Feliz con su dinero dice:
- "Le gané este peso a Dámaso de la forma más sencilla porque es un tonto"
- "¿Por qué es un tonto?"
- "Porque no pudo hacer una carambola sencillísima preocupado porque su mamá amaneció hoy con la idea de que algo muy grave va a suceder en este pueblo."
Su madre le dice:
- "No te burles de los presentimientos de los mayores porque a veces se hacen realidad... "
Una pariente oye esto y va a comprar carne. Le pide al carnicero:
- "Deme un kilo de carne", y en el momento que la está cortando, le dice "mejor córteme dos, porque andan diciendo que algo grave va a pasar y lo mejor es estar preparado".
El carnicero despacha su carne y cuando llega otra señora a comprar le dice:
- "Mejor lleve dos kilos porque hasta aquí llega la gente diciendo que algo muy grave va a pasar, y se están preparando y comprando cosas".
Entonces la señora responde:
- "Tengo varios hijos, mejor deme cuatro kilos..."
Se lleva los cuatro kilos, y para no hacer largo el cuento, diré que el carnicero en media hora agota la carne, mata a otra vaca, se vende toda y se va esparciendo el rumor.
Llega un momento en que toda la gente en el pueblo, está esperando que pase algo. Se paralizan las actividades y de pronto a las dos de la tarde alguien dice:
- "¿Se han dado cuenta del calor que está haciendo?"
- "¡Pero si en este pueblo siempre hizo calor! Tanto calor que los músicos tenían instrumentos remendados con brea y tocaban siempre a la sombra porque si tocaban al sol se les caían a pedazos."
- "Sin embargo" -dice uno-, "a esta hora nunca hizo tanto calor."
- "Pero a las dos de la tarde es cuando hace más calor."
- "Sí, pero no tanto calor como ahora". Al pueblo desierto, a la plaza desierta, baja de pronto un pajarito y se corre la voz:
- "Hay un pajarito en la plaza". Y viene todo el mundo espantado a ver el pajarito.
- "Pero señores, siempre hay pajaritos que bajan."
- "Sí, pero nunca a esta hora". Es tal la tensión de los habitantes del pueblo, que todos están desesperados por irse y no tienen el valor de hacerlo.
- "Yo que soy muy macho" - grita uno - "Me voy".
Agarra sus muebles, sus hijos, sus animales, los mete en una carreta y atraviesa la calle central donde todo el pueblo lo ve. Hasta que los demás dicen:
- "Si este se atreve, pues nosotros también nos vamos". Y empiezan a desmantelar literalmente el pueblo. Se llevan las cosas, los animales, todo.
Y uno de los últimos que abandona el pueblo, dice:
- "Que no venga la desgracia a caer sobre lo que queda de nuestra casa", y entonces la incendia y otros incendian también sus casas.
Huyen en un tremendo y verdadero pánico, como en un éxodo de guerra; en medio de ellos va la señora que tuvo el presentimiento y le dice a su hijo:
- "¿Viste mi hijo que algo muy grave iba a suceder en este pueblo?".
Gabriel García Márquez

Aunque nuestra mente tiene una  tendencia a la proyección de lo negativo, es obvio que el mecanismo funciona de igual modo en sentido positivo. En esta historia si el punto de partida hubiese sido otro, tal vez algo como: "No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy bueno va a sucederle a este pueblo",  sin duda el resultado habría sido bien distinto. Este hecho siempre lleva a pensar cuan distintas podrían haber sido las cosas si los pensamientos proyectados en algunos momentos hubiesen sido otros... ahora sólo hace falta trasladar este pensamiento al presente y tomarnos, por ejemplo, los días de descanso para hacer alguna que otra comprobación sustituyendo pensamientos que nos llevan al desastre por otros con un pronóstico menos perjudicial y más positivo, quizá con ello consigamos llevar nuestra mente y nuestras acciones al punto en el que lo que sucede a nuestro alrededor abandona el dramatismo para pasar a la satisfacción y control personal. 

 

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