¿Qué podemos hacer para mejorar nuestra salud mental?

Nuestra salud mental es un todo que depende de muchos factores.

 

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Nuria Fernández López

Tal vez las vacaciones estivales sean un buen período para repasar y ponernos las pilas con algunos de ellos.

Evitar los conflictos.

Gran parte del sufrimiento que experimentamos a lo largo de la vida está relacionado con los conflictos y la gestión que hacemos de ellos. En muchos casos nos los encontramos, pero en otros somos parte activa en su génesis y mantenimiento. Desarrollar habilidades para evitar los conflictos a través de la escucha, la empatía, la flexibilidad, etc. es clave para mantener nuestra salud mental.

No juzgar ni envidiar

Juzgar y envidiar son como dice el dicho "deportes nacionales", deportes que son una fuente de malestar continuo tanto para el actor como para el receptor. Hacer un esfuerzo por dejar que cada uno viva y actúe de acuerdo a sus propios criterios y no a los nuestros,  produce bastante liberación, así como el hecho de aprender a valorar y reconocer los logros ajenos.

Estar abierto a recibir ayuda

La habilidad para aceptar ayuda no suele ser una de las que más habitualmente se trabaja, sin embargo, es una habilidad vital ya que su manejo evitaría no pocos problemas motivados por egos en los que es más fácil seguir repitiendo errores, o lo que es peor, culpar a otros, antes que reconocer una falta o ausencia de competencia personal.

Disculparse

Estar dispuesto a pedir disculpas cuando sea necesario está relacionado con la humildad y la capacidad de asumir los errores propios y la honestidad en su reconocimiento.

Aprender a utilizar la crítica como una oportunidad

Ante la crítica existen dos actitudes básicas: aceptarlas o rechazarlas. La que elijamos condicionará nuestro comportamiento y relación con los demás. La crítica no es más que la expresión que otro hace de su propio parecer, merece la pena tenerla en cuenta por cuanta información podemos obtener para utilizarla en nuestro propio aprendizaje.

Escuchar y estar abierto a las opiniones de otras personas

Nuestra salud mental depende también en gran parte de nuestra capacidad para escuchar lo que el mundo tiene que decir. La apertura mental supone ampliar nuestra capacidad de comprensión y entendimiento de lo que sucede a nuestro alrededor, más allá de lo que consideramos como único, bueno y verdadero. 

Actuar desinteresadamente

Hay multitud de trabajos y estudios que evidencian que ayudar a los demás de forma desinteresada en una de las mayores fuentes de satisfacción y bienestar personal.

Huir de la perfección

Las actitudes perfeccionistas son una fuente de sufrimiento psicológico y por derivada físico. La perfección es un objetivo inalcanzable que supone estar comprometido en un logro personal imposible de cumplir. Si admitimos la realidad del error humano como parte del proceso de aprendizaje, la perfección y su búsqueda no harán otra cosa que minar nuestra salud mental.

Actuar pensando que el mundo no nos debe nada

Sentirse con el derecho de exigir que las cosas sucedan a nuestro alrededor como nos va bien, y que las personas se comporten y nos traten como deseamos, es una ilusión y algo que muy probablemente nunca va a suceder. Pensar que ni el mundo en general, ni las personas en particular nos deben nada y que lo que obtengamos depende de nuestro trabajo y esfuerzo es otra piedra angular en nuestra salud mental.

Aceptar el cambio

La resistencia al cambio genera el mismo efecto en nuestras vidas que el viento en un árbol que no se deja mecer y que al final acaba quebrándose. La vida es un continuo cambio, cada día representa en el mejor de los casos, un microscópico cambio con respecto al anterior,  resistirse u obviar este hecho es ir en contra de lo que la naturaleza establece.

Salir de la zona de confort

Vivir acomodado y plegado a lo conocido supone sin duda una gran seguridad, pero al mismo tiempo limita la posibilidad de evolución y mejora. Explorar posibilidades fuera de nuestra zona de confort abre muchas posibilidades de desarrollo y logro.

Perdonarse a uno mismo

El autocastigo y autocuestionamiento no son buenos aliados para preservar nuestra salud mental. Lo mismo que pedir disculpas nos libera y relaja, aceptar el error sin autocastigo nos ayuda a aceptarnos y mantener una sana autoestima. 

Persistir

El fallo no sólo es posible sino también probable, pero a pesar de ello,  el fracaso no es razón para darse por vencido, es un incentivo para persistir en aquello que se busca.

Cuidar cuerpo y mente

No se puede tener una mente sana sin un cuerpo sano. Mantener una vida equilibrada con hábitos que nos permitan un cuerpo fuerte y saludable impacta de forma directa en nuestra mente.

No perder energía en lo incontrolable

A veces la única cosa que podemos controlar es nuestra actitud hacia los acontecimientos. Perder energía en cosas que están fuera de nuestro control nos resta capacidad de actuación en la que si podemos controlar.

Actuar con responsabilidad

La satisfacción y éxito personal son un subproducto de los propios pensamientos, creencias, actitudes y comportamientos.

Agradecer

Agradecer y mostrar satisfacción con lo que uno es y logra contribuye también a preservar nuestra salud mental. 

Estos son sólo algunos de los factores sobre los que asienta nuestra salud mental, corresponde a cada uno identificar aquel que provoca más malestar y sufrimiento. Disponer de tiempo sin el estrés de las rutinas diarias puede ser un buen momento para empezar a trabajar en ello. Ya se sabe que sin esfuerzo no hay logro.

 

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