Líder imperfecto

El ser humano, por naturaleza, tropieza con la misma piedra más de una vez.

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Nuria Fernández López

Y este tropezar continuo, no es un drama en contra de lo que nos venden. Una de las mayores y más eficaces fuentes de aprendizaje son los errores que cometemos. A pesar de las múltiples advertencias, en muchas ocasiones hasta que no nos equivocamos, no tomamos conciencia real del camino a seguir.

Y basándonos en este hecho, el mejor profesional es aquel con mayor capacidad para reconocer sus errores y transformarlos en una guía de aprendizaje efectivo.

A veces, encontramos personas que "nunca fallan", parece que nunca cometen un error. Esta infalibilidad, que va en contra de toda lógica, se debe más bien a que solo nos hablan de sus éxitos y no de los errores cometidos en el proceso para alcanzar el éxito. Son formas de venta personal.

Y este hecho se ve proyectado con más fuerza en según qué perfiles. En tiempos de Liderazgo Situacional, Participativo, Positivo, Transaccional, Transformacional, Coach, lo líderes y responsables tienen vetado el "error". Vivimos en la continua amenaza por preservar nuestra  imagen como triunfador. En este contexto, ¿cómo liderar cometiendo errores?. Aunque la pregunta correcta es ¿Cómo liderar sin cometerlos?. 

Resulta un tanto complicado y paradójico liderar sin cometer errores, si somos seres imperfectos. Cuando apuntamos a la perfección, nos encontramos con el desánimo, la insatisfacción, la frustración, ansiedad, estrés y demás.

El liderazgo auténtico implica liderar con y a través de la imperfección. Los líderes imperfectos alientan y movilizan a otros en la superación y la confianza, y hacen que la persistencia y el éxito sean creíbles y alcanzables.

El líder auténtico e imperfecto suele conocer sus propias limitaciones y debilidades, actúa de acuerdo a tal conocimiento, muestra que es falible, y permite que los demás también lo sean. Deja ver que no sabe en todo momento lo que hay que hacer, pero busca incansablemente maneras de hacer bien las cosas y pone en valor el esfuerzo, el deseo de aprendizaje, la mejora y superación. No oculta los errores cometidos, sino que los aprovecha para evidenciar que el error no es algo dramático y penalizable, sino un camino necesario hacia el aprendizaje y la mejora. Que cada uno repase su histórico de aprendizajes y vea cuántos errores fueron necesarios en el camino previos al logro.

 

 

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