Oler a miedo

No sólo los animales huelen el miedo, también los seres humanos.

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Nuria Fernández López

De acuerdo con un estudio realizado por psicólogos alemanes de la Universidad de Düsseldorf, los humanos podemos percibir el miedo de otras personas a través de su olor.

Es la primera vez que se encuentra una prueba de que los humanos transmiten sensaciones químicas. Cuando un persona siente miedo desarrolla determinadas moléculas en su sudor, lo que provoca que cuando otra las huelen se activan en su cerebro las regiones que reconocen el estado de angustia y miedo. 

La investigación duró 10 años, y se ha realizado con muestras de sudor de 50 donantes. El procedimiento consistió en analizar el sudor de estudiantes previo a la realización de un examen. Esta muestra  se comparó con el sudor de los mismos estudiantes días después, cuando realizaban alguna práctica deportiva. 

Después, 28 personas olieron esas muestras mientras eran analizadas las reacciones en sus cerebros.

La mitad  de ellos supo identificar cuál era el sudor del miedo. 

La investigación pudo demostrar que cuando una persona huele el sudor de otra, que ha experimentado miedo, se activan las zonas cerebrales especializadas en el reconocimiento del miedo. Activación que no se producía cuando olían el sudor que procedía de muestras relacionadas con el ejercicio. 

Muchas personas con miedo a los perros habrán oído mil veces la frase, "no tengas miedo, que pueden olerlo".  Seguramente en alguna ocasión nos habremos planteado cuánto de cierto hay en ello. 

Lo que  se sabe que el ser humano incrementa la producción de ciertas hormonas (catecolaminas) en casos de ansiedad, de peligro o de emoción intensos. Ese aumento de secreción se traslada a la piel y la sudoración la expone a olfatos sensibles, como los de los animales. Se cree que cuando un animal percibe estos "olores", los interpreta como "posibilidad" de ser atacado; como reacción a esto se prepara para el ataque él mismo, lo que se traduce en gruñidos y mostrar los dientes a su posible adversario. Los perros perciben, por tanto, ciertos olores como una señal de alarma.

 Cuando sentimos miedo desprendemos un olor diferente. El temor produce señales químicas y cambios en el olor corporal, como lo hace la felicidad, y nuestros congéneres serían capaces de captarlo, sobre todo las mujeres.

Internet en una fuente casi inagotable de información y datos. Aquí os dejo algunos de esos datos estrafalarios y curiosos relacionados con el tema del miedo:

Una de cada seis personas tiene miedo a volar en avión. Pese a que la mayoría conocen las estadísticas que indican que es el medio más seguro de viajar, la ausencia total de control sobre su destino (no puede pilotar, no puede apearse en marcha, no puede accionar un freno de emergencia...) dispara su temor  instintivo. 

Pese a la creencia popular, los elefantes no temen a los ratones, pero sí a las abejas. La investigadora Lucy King descubrió en Kenia que, cuando los paquidermos detectan la presencia de dichos insectos, se avisan entre sí mediante sonidos de baja frecuencia para evitar toparse con ellos.

Uno de los efectos más curiosos que provocan el miedo es la dilatación del tiempo. Nuestro cerebro, estimulado por la adrenalina y el mayor riego sanguíneo, es capaz de procesar la información y ejecutar pensamientos complejos en un abrir y cerrar de ojos, lo que produce la sensación de que todo transcurre más lentamente. 

¿Por qué se nos pone el vello de punta cuando nos asustamos? Por la respuesta genética heredada de nuestros ancestros, que intentaban aparentar un tamaño mayor para intimidar a los depredadores potenciales.

El miedo a pronunciar palabras largas se llama "hipopotomonstrosesquipedaliofobia". Increible que le hayan puesto ese nombre !!

El sudor, otra reacción natural cuando tenemos miedo, es producido por el cuerpo como refrigerante en previsión de la inminente carrera o pelea.

Existe un nombre científico para 530 fobias reconocidas oficialmente.  ¿quién no teme a las nutrias (lutrafobia), al queso (turofobia), a las flautas (aulofobia), a los palillos chinos (consecotaleofobia) o a los terroríficos ombligos (omfalofobia)?.

 

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